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MÚSICA

Crítica: La Nona

Written by: Ana García
Last updated: 25 de mayo de 2024
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La Nona es una obra escrita por Roberto Cossa y llevada a escena por Francisco Martínez Bosch. Cuenta con la actuación de Tobías Bearzotti, Alejandro Kersfeld, Sofía Zorraquín, Guido Javier Masso, Luciana Sosa, Clarita Campos, Bianca Di Pasquale y Emiliano Kenyou. 

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Una familia asalariada se encuentra en crisis debido a que la nona (Bearzotti) come sin parar y todo el tiempo tiene hambre. Carmelo (Kersfeld), nieto y encargado de proveer la comida en su casa, se encuentra en crisis pues su puesto en el mercado está a punto de quebrar. Junto a él viven su esposa María (Zorraquín), su hija Martita (Campos), Chicho, el hermano menor de Carmelo (Masso) y la tía Anyula (Sosa).

La puesta en escena recrea el interior de una casa: por un lado, se encuentra la cocina, lugar donde se va a desarrollar la mayor parte de la acción y, del otro lado, se encuentra la habitación de Chicho. El grupo artístico se vale de murales para apoyar aquellas escenas en el exterior, sobre todo cuando aparece el personaje de Don Francisco (Kenyou). La obra logra transmitir ese calor de hogar costumbrista gracias a las interpretaciones de los actores, es así como la cocina se vuelve un foco central durante todo el desarrollo de la obra. Los conflictos entre personajes y el protagonismo de la nona se dimensionan con la centralidad del espacio, sobre todo porque los elementos que usa en escena son la mesa y la comida. En algunos momentos se logra la comicidad, pues el grupo de interpretes logra sinergia y pequeños gags suceden de manera orgánica.

Sobre la dirección

Al ser la primera producción del director es entendible que algunos elementos no se logren de la manera esperada. Por lo que es indispensable prestar bastante atención al tiempo escénico. Es decir, a la forma en cómo sucede la acción, la velocidad de las réplicas e inclusive, los tonos actorales de cada integrante del elenco. Esto, sobre todo para que la energía no caiga y la acción no se vuelva lenta, como sucede en muchos fragmentos. Las actuaciones, si bien corresponden a la construcción general de los personajes, no logran estar en un mismo nivel. Se mezclan tonos del naturalismo con el grotesco argentino sin que se logre un juego armónico. Sin embargo, esto podría potenciarse más en la pieza así los contrastes ayudarían a generar la comicidad que contiene el texto.

Otro factor que estaría bueno revisar es el rol de la nona, ya que queda en un segundo plano y sus entradas pierden fuerza. Este personaje principal tiene presencia escénica, pero su conflicto no trasciende y se queda en comer o no comer. Entonces el juego escénico queda reducido a un sí o un no, sin propiciar un conflicto con otros personajes. Estaría bueno que el grupo se preguntara, ¿cuál es el grado de peligro si a la nona se le descubre comiendo? ¿Cómo reaccionarían los personajes? Ayudaría a la construcción de los desplazamientos físicos, al vértigo en la escena y a la misma urgencia y contradicción de la comedia. Sería necesario, por lo tanto replantearse la pregunta sobre ¿a qué entra esta mujer a la cocina? ¿Qué busca? ¿Solo come y ya? Estas preguntas posibilitan la acción para crear juegos físicos y gags si se acompañan con algún tipo de condicionamiento, el mágico “y si…”.

Por otro lado, se encuentra la construcción de Chicho. El actor propone un personaje que canta, pero con el tiempo pierde esta característica. Si bien se puede aceptar por el destino dentro de la trama, obliga a que el joven abandone su sueño y trabaje, también se puede explotar. ¿Cómo la imagen de la voz puede ayudar a mostrar la decadencia de mi propio personaje? Es un tipo de personaje que, a comparación con María o Martita, tienen un registro actoral distinto que podría explotarse para generar contradicción y juego. Inclusive, en la misma dupla Martita-Don Francisco también puede ser más aprovechada la confusión entre el objetivo de la niña que va a trabajar y el viejo verde que piensa que se va a casar.

Para finalizar, estaría bueno repensarse cómo el ritmo de la puesta puede generar diferentes velocidades que permitan a los espectadores entender cuando acaba. En muchos cambios de escenografía o finalizando escenas, los silencios y la demora pueden entenderse como un final, lo cual, hace caer el ritmo y no es conveniente para la tragicomedia.

La Nona se presenta los martes en el Teatro Border (Godoy Cruz 1838) a las 20 hs.

M. Andrea Soto

TAGGED:buenos airescríticala nonamadridTeatro
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